Paula

ahora les voy a mostrar un cuento de mi autoría, espero y les guste:

Había una vez… hmm ¡Qué frase tan más trillada! Mejor empecemos mejor con: En una noche fría, casi helada, en un lugar alejado de la civilización, rodeado de bosques, se encontraba una pequeña niña de 10 años llamada Paula con grandes ojos azules, piel canela, semblante triste, mirada lejana, más hermosa que la misma luna; sus padres habían muerto misteriosamente dos años atrás en una noche como esa, desde ese entonces ella vivía en un orfanato llamado “Las Soñadoras”, donde como en casi cualquier orfanato de cuento, viven muchas desventuras y crueldades por parte de los administradores. Paula, tenía una buena amiga de habitación, llamada Dina, era una bonita amistad, desinteresada e inocente (casta, pura y virginal), que al parecer, los demás no la aprobaban.


Un día, le llegó una carta que no podía creer, una carta que cambiaría su tristeza para siempre, esa carta que decía que lo que más quería, lo podría tener con tan sólo seguir las instrucciones establecidas ahí. La carta decía:

“Querida Paula:

Si lees esta carta es porque nosotros no sobrevivimos a las fuerzas misteriosas que pronto comprenderás, tu padre y yo nos hemos ido al Purgatorio, pero eres la única que nos puede salvar de este sufrimiento, lo único que debes hacer es buscar el cuarto secreto del orfanato y ubicar la Estrella Fluorescente del lado Norte, no dejes que las mandrágoras se interpongan en tu camino, no escuches sus lamentos, ya que no son ciertos. Deja que la estrella te guíe, sigue sus consejos al pié de la letra.

Hija mía, tu eres nuestra salvación

Atentamente tu madre.”

Dina, al ver a su amiga un tanto desconcertada, le preguntó que qué tenía, a lo que ella le respondió –No tengo nada, déjame en paz. Dina se sintió triste y dejó a su amiga sola en la habitación. Paula, no quería preocupar a su amiga, por eso le dijo esas amargas palabras. Escapó sigilosamente de su habitación; se iría del orfanato para vivir una de sus más grandes aventuras o pero antes, tenía que buscar la Estrella Fluorescente del lado Norte, después llegar al Purgatorio y vencer cualquier obstáculo que pudiera retrasar su objetivo.

Estaba buscando el cuarto secreto del orfanato cuando de repente escuchó a lo lejos un grito -- ¡Paaaulaa!--escuchó de pronto, ella temerosa de que fuera alguna o alguno de los administradores de ahí, se escondió detrás de la puerta contigua a la habitación del Sr. Tomas. Se encontró a Dina y le dijo --- ¿A dónde te diriges mi querida Paula?—le dijo Dina, --- a un lugar muy lejano, mi querida Dina. — Le dijo Paula.—¿Quieres que te acompañe?—le dijo Dina, a lo que Paula respondió --- No es necesario, es un viaje que debo hacer sola.

Dina se retiró a su habitación. Paula se armó de valor y de pronto, en el lugar más alejado del pasillo, vio que una puerta misteriosa, se abría de par en par, lo que le esperaba era incierto, solo se veía una obscuridad total. Entró a la habitación y vio en el rincón una especie de luz que decía – Paula, aquí estoy, yo soy tu salvación. En eso unas mandrágoras, se enredaron a los pies de Paula, ella asustada empezó a patalear, escuchaba los lamentos y pedidas de auxilio de las pobres mandrágoras, ella recordó la carta de su madre y recuperando la compostura, se hizo de oídos sordos y siguió su camino, hasta llegar a la luz que le dijo—Soy la estrella Fluorescente del lado Norte, yo te ayudaré, pero si quieres salvar a tus padres, tenemos que salir rápido de aquí.--- Así fue como Paula cumplió su primer objetivo, vio lentamente como esa luz se transformaba en una pequeña persona, parecida a un hada. Salieron de la habitación y posteriormente del orfanato, vigilando que nadie más las viera.

Se adentraron en el bosque, donde encontraron una cueva, que le abrió el paso al siguiente destino: El Purgatorio.

La Estrella Fluorescente le dijo a Paula--- No temas, yo estaré contigo--. Paula dejó su temor, y dejó guiarse por su nueva amiga. Al entrar miraron que a lo lejos había fuego, sollozos, gritos dolorosos. Paula era muy valiente, no tuvo miedo, ella solo tenía una meta en mente: encontrar a sus padres y salvarlos, de pronto una sombra, obscureció su camino. Escucharon una voz que les dijo---Hola mis pequeñas, ¿a dónde creen que van?—a lo que Paula respondió--- Tengo que salvar a mis padres, están sufriendo mucho, no los puedo dejar así. –Me temo que no—les respondió la sombra que poco a poco estaba tomando forma humana—ustedes deben de hacer algo por mi antes de que… ¡Ah! Disculpen mi descortesía, por cierto mi nombre es Alastair, ahora así como les iba diciendo, deben de hacer algo por mí antes de que quieran salvar a quien sea.—¡Lo que quieras!—Respondió Paula.—Pero deja a Estrella fuera de esto.—Claro, la cuestión no es con un ser mágico como ella, lo que necesito es un alma, pero no cualquier alma, necesito a alguien que tú quieras mucho, alguien que nunca te traicionaría y tu sabes a quien me refiero mi querida Paula. –¡No, por favor, Di Di Dina no!, ella es una buena amiga y, y yo la quiero mucho—dijo Paula con mucho pesar. ---Entonces si no puedes hacer eso, como esperas salvar a tus queridos padres—dijo Alastair con una voz cavernosa y más que maliciosa. –Está bien, lo haré—le respondió Paula con una lágrima cayendo por su mejilla---Ten esta daga, te ayudará en tu misión—le dijo Alastair.

La Estrella Fluorescente del lado Norte, rápidamente la transportó al cuarto, en donde Dina estaba durmiendo placenteramente, Paula sacó la daga, pensó en todos los momentos que pasaron juntas y no lo pudo hacer, se clavó la daga a sí misma, la Estrella hizo todo lo que pudo para revivir a Paula, pero ya era muy tarde, Dina se despertó con el último sollozo de la pequeña Paula, se aterrorizó al ver la sangre saliendo del cuerpo de ella y la daga en su mano, le tapó lo ojos y lloró por ella, entonces el espíritu de Paula salió de su cuerpo y le dijo a Dina –No te preocupes por mí, esto es lo mejor para todos. En ese momento se vio una gran luz donde la estaban esperando sus papás. Alastair se puso furioso al ver que sus papás ya no se encontraban en el Purgatorio y, de alguna u otra manera salió de ahí y llegó al cuarto en donde estaba pasando esa escena tan celestial. Y exclamó--¡esta niña es mía!— Estrella Fluorescente se unió a la escena y le dijo, --Tu bien sabes que el sacrificio es lo que lleva el cuerpo de terrenal al celestial. Alastair tomó a Paula de alguna manera y la devolvió a su cuerpo y le dijo—Alguna vez, cometerás pecado y te veré. Paula abrió sus ojos y Dina aún sorprendida, pero al mismo tiempo aliviada, abrazó fuertemente a Paula, la Estrella Fluorescente del lado Norte, se desvaneció. Paula le dijo a Dina—¡Logré mi objetivo!,-- ¡Si Paula lo lograste!—Le respondió ella. De repente un cofre apareció a su lado, con documentos, donde se repartían varias propiedades y una cuantiosa herencia que la mantendría el resto de su vida.



FIN

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