Recuerdos

Por Leila Martínez Gil

Recuerdo el día en que te conocí,
todo estaba lleno de emoción, de ilusión,pues emprenderíamos un viaje el cual en cierto punto esperábamos que valiera la pena, lo valió, te conocí.

En el momento del regreso, hablamos de muchas cosas en general, pero un tema en especial, se empezó a asomar de manera particular, se me hizo bastante curioso que pensaras cosas similares a las mías, supongo que de esa forma me sentí un tanto enganchada a ti, te me hiciste bastante interesante.

 Yo creí que era uno de esos encantos pasajeros que luego se dan, pero no fue así, desde el momento en que dejé el bus, no dejé de pensar en ti, la curiosidad, me mataba, y al pasar los meses, me di cuenta de que lo hizo, y lo hizo de la manera más cruenta de la que te puedas imaginar.

Sabía que el sentimiento y las cosas que ambos hacíamos no podrían ser, que todo tenía un límite, esa fue la condición que yo tomé, que ambos aceptamos, pues ambos teníamos compromisos de los cuales no nos podríamos zafar tan fácilmente, sobretodo tú.

Te confieso que nunca pensé que se terminaría o al menos yo no quería, tenía la ingenua esperanza de que hubiera un fallo que disolviese todo y pudiéramos estar como estábamos un rato más. Recuerdo que cuando llegó el terrible día del juicio final (al menos para ti y bastante para mi) donde sabríamos que no podríamos vernos más, me sentí fatal, no te miento, derramé unas lágrimas.

En ese momento pensé en escribir algo acerca de las causas del llanto, pero dije, "es demasiado obvio, quizás algunas personas que se interesen en mi blog, lo podrían leer y preguntar", y al menos yo no estaría dispuesta a dar explicaciones.

En fin, todo lo que puede ocasionar una situación bastante agradable, pero que inevitablemente, casi como todas las cosas,  tiene fecha de vencimiento.

Agradezco a la vida el haberme puesto una persona que conocí de la manera en que lo hice contigo, pero reconozco que con el tiempo es posible que haya deseado más de lo que tu me diste, y no podrías habérmelo brindado.

Recuerdo mucho de ti, de nuestras pláticas, de nuestras risas, de nuestras visitas casi prohibidas y siento aún más, pero las cosas fueron y son así, todo lo que empieza tiene que acabar en algún momento.


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